2046 tears of love
Cuando una película, de un gran director, expresa con exactitud milimétrica el humor y letargo del espectador, resultado de su larga noche de bebedera eufórica y melancolía momentánea, la felicidad de rendirse en el asiento, para admirar con lágrimas ocasionales la belleza magnífica y perfecta de una escena tras otra, es el triunfo del cine, es redimirse con su asunto, es aceptar que sí existe el cine de arte, la obra de arte que se separa del cine convencional por mil motivos, muchos inexplicables. Es un largo viaje en la inspección de otra cultura, tiempos tan lejanos en el pasado (1967) como en el futuro (2046), con las mismas incógnitas de la incapacidad del amor para satisfacer las ansias que crea. El amor no correspondido, que tanto duele, que crea optimismo y derrota, pero who cares, si las emociones son tan delicadas y finas y tan duras y desgarradoras. Al salir del cine quise continuar en ese trance, quise volver a formar parte de ese mundo, y bebí más vodkas y comí pastas orientales, y seguí de una fiesta a otra, en antros oscuros y poblados por personajes raros, fuertes, sonrientes, esperando llegar al Hong Kong del director intensamente macho, cuya visión de la mujer y su amor por ella contagia y excita, les crea el máximo pedestal para patearlas y reírse y volver en su búsqueda. Y terminé en mi propio tren, dormido un rato en soledad asoleada, cavilando, mirando el misterio de vivir.
"i'm looking for love, ¿sabe dónde?"
"i'm looking for love, ¿sabe dónde?"