lunes, agosto 15, 2005

On being discovered


En mi juventud, al menos para vengarme de todos los compañeros exitosos, esperaba que alguien me descubriera y organizara mi vida. Un gran arquitecto, por ejemplo, que me contratara así nomás. Casi pasó, según yo (iluso), cuando en una conferencia de arquitectura en Harvard el ponente principal, Philip Johnson, el más vanguardista de los arquitectos gringos del momento y gay –factor importante- vino en el intermedio a platicar frente a mí con otros tipos, pero como no le hablé, pfff!, se esfumó la oportunidad. O un fotógrafo que me quisiera de modelo. Mi amigo de la escuela, Carlos Somonte, quien se volvió famosón luego –y hasta se hizo amigo de ¡Miguel Bosé!-, me tomó cientos de fotos en su estudio (yo todo inspirado), nunca me las dio y nomás supe que un cliente lo contrató por los resultados, pero no a mí. O en teatro, como cuando acepté ir con Gurrola, mega vanguardista en ese tiempo, pero me chivié para desnudarme y me fui. De los intentos de descubrimiento como esos, el que hizo de mí el inglés loco, que me saludó en un bar en Londres y luego me llevó a vivir con él cinco años, es el único que dio frutos: viví padre, viaje por Inglaterra y conocí mucha gente interesante. Pero no tengo en mi haber un descubrimiento que me lanzara lejos, a otro nivel mucho más arriba, como le pasó por ejemplo a Jack Ma, un chinito flaco que enseñaba inglés a pequeños empresarios y como lo llevaron a California a cobrar una deuda, se enteró de la existencia del Internet, empezó a jugar con él en China y fundó alibaba.com, que creció tanto que lo buscó yahoo y le acaba de dar mil setecientos millones de dólares para expandir Internet en ese país gigante. O a Carlos Grangel, españolete de sonrisa permanente, quien estaba trabajando tranquilo en un estudio en Londres cuando Tim Burton pasó por allí haciendo Mars Attacks y notó su trabajo para un corto que luego fue nominado para el Oscar. Le pidió su teléfono, y unos años después le llamó para darle el guión de La Novia Muerta, la más reciente maravilla de Burton y a punto de estrenarse. El caricaturista –en papel y en tercera dimensión- es famoso ahora, tiene un súper despacho, casa en Hollywood y Barcelona, y de paso se hizo cuate de Johnny Depp y Helena Bonham Carter, las voces de la pareja de la peli. Menos mal que me habló el inglés aquella noche en aquel oscuro bar, que de seguir esperando, la novia muerta sería yo (a veces así me sentía, tal cual, al piano y aburridísimo).

“Y se burlaban de nosotros, jajaja, ¡muéranse!”

 

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