martes, agosto 02, 2005

Your body is younger than you

En la permanente insistencia por aprender más sobre nosotros mismos, ha surgido un nuevo método científico para medir nuestra vejez: el carbono 14 disparado al ambiente del mundo por las bombas atómicas probadas en superficie hasta su prohibición en 1963. Una vez superada la noticia de que tenemos en el ADN de nuestras células veneno radiactivo, pues ha sido respirado por las plantas de todos los bosques y comido por los animales y las personas de los cinco continentes, y cada vez que una célula se divide se duplica su ADN radiactivo, podemos apreciar el trabajo del Dr. Frisen, un biólogo sueco, quien aprovechó esta forma “natural” de etiquetar las células para averiguar su edad. Comparando las cantidades de carbono 14 en los aros de troncos cortados de árboles suecos con las registradas en distintos tejidos corporales, resulta que las células de los músculos del pecho tienen un promedio de vida de 15 años, mientras que las que cubren el estómago, como llevan una vida azarosa, sólo duran cinco días. Las células rojas de la sangre recorren 1,500 kilómetros por arterias y venas y expiran a los 120 días. La piel se recicla cada dos semanas. El hígado, que se la vive resistiendo el ataque de todos los químicos que nos metemos, dura de 300 a 500 días. Aun el esqueleto parece ser reemplazado por completo cada diez años. Lo interesante es que el corazón regenera todas sus células menos las de su músculo, el lente interno del ojo es el mismo toda la vida, y no hay neuronas nuevas de la corteza cerebral después del nacimiento (además de que matamos muchas con Absolut). Pero si el cuerpo permanece tan juvenil y vigoroso, y tan capaz de renovar sus tejidos, ¿por qué no sigue la regeneración para siempre? Algunos creen que el ADN va acumulando mutaciones que degradan su información (claro, por eso nos vamos viendo más viejos), y otros dicen que las células madre se debilitan con la edad y dejan de reproducirse. Menos mal, si no, todos tendríamos que ser eliminados por Terminators, enfermedades tremendas o accidentes catastróficos, para no saturar el planeta. O aburrirnos...

"¡Oh, no! Hasta mi efigie ha caído y yo aquí regenerando células."

 

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