martes, julio 11, 2006

burning to translate


Se acaba de publicar mi primera traducción literaria y el viernes fui por mi copia gratis. Abrí el libro y encontré mi nombre, chico, del lado izquierdo, junto a datos de impresión y propiedad. Como yo ilusamente quería verme en subtítulo de buen tamaño, bajo el nombre del libro y el del autor, no me emocioné mucho, nomás tantito. Y pensé que sería mejor ver mi nombre en letras grandes en la portada, cuando publique mi primera obra. Pasarán más de mil años... El caso es que los cuentos del joven autor norteamericano que traduje son muy buenos; tratan de presos traficantes de drogas y sus rabietas dentro y fuera de la cárcel, de adictos experimentando con cosas recientes como la metafentamina y su conducta resultante, así como alcohólicos que ven elefantes no tan rosas, y en general de miembros de la llamada white trash, con toda su soledad en un inmenso mundo ajeno. Disfruté el trabajo de traducción pero lo sufrí palabra por palabra. Es de terror darse cuenta de que se desconoce no sólo el idioma del que se está traduciendo, sino la mismísima lengua materna a la que se traduce, cuando se analiza con lupa de tal potencia cada frase y cada palabra y cada sentido. Quise darme cabezazos por todas las veces que no busqué en el diccionario el significado correcto de una palabra y sólo supuse que se trataba de tal o cual cosa, y ahora debía buscar todas a la vez. En fin, se van acumulando experiencias que espero me abran más puertas, como ahora, que estoy traduciendo Playa del Karma, de Alfredo Elías Calles, pero al revés, al inglés. A ver qué tal. Trata de un adicto al crack que asesina a su mujer en un momento de explosión emocional en el paraíso del caribe mexicano. Se lo platiqué a Antoine, mi amigo inglés con quien compartí el depto en Vallarta, pues él andaba de novio de un chavo adicto al crack cuyos enojos me ponían bastante fúrico (los míos al menos le ganaban todavía), para que se cuidara y lo dejara, pero en vez de lograr eso utilicé en mi traducción su recién adquirido conocimiento sobre cómo se derrite la coca con bicarbonato de sodio para hacer la gomita que se fuma, y me explicó lo intenso que se vuelve el deseo sexoso bajo su influencia. ¿Habría que probar? ¡Miedo!

"Oh so sexy, but dead!"

 

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