miércoles, septiembre 28, 2005

commercial break


"with a twist?" "now you're talking! i like things with a tiwst"

lunes, septiembre 26, 2005

those primitive times


¡Ay, se murió el súper agente 86! Tan simpático él, y tan guapa la 99. Él hecho bolas, ella tan lista. Y todos los gadgets tipo burla de James Bond, y el primer celular del mundo, el famoso zapato. La cúpula de silencio, las puertas y rejas para bajar al sótano donde estaban las oficinas de Control, las explicaciones revueltas de Max. Gran concepto. Veía el programa cada semana y en la primaria discutíamos los amigos los detalles durante el recreo comiendo torta de lengua en salsa de tomate (las de la cocinera de Guillermo Teuscher, el de la casa llena de piezas de la cacería de su papá en África), sangüich de jamón y queso (las de Malena mi cocinera, tan sencillito y agringado yo) y torta de pierna adobada (de la cocinera de Ernesto Vargas, el de la casa en Cóndor 245). También teníamos reunión de diseño de coches. Mi marca se llamaba Heta (pronunciado con j; no sabía de la existencia de una palabreja de mala gana) y mis coches eran los más largos y elegantes. Uno podía medir una cuadra. El sport coupé para dos, por ejemplo. O competíamos en los mosaicos del patio cubierto del Instituto Cumbres con nuestros respectivos coches Corgi Toys, los mejores de la época, con suspensión y eje delantero movible, puertas abatibles, interiores exactos, carísimos. Yo tenía un Mercedes SE200, blanco con interiores rojos, y un Jaguar XKE rojo de techo negro, aunque ése no tenía muy buen equilibrio en las curvas. Ganábamos parejo. Cuando fui a pasar el invierno de tercero en San Luis Misuri, oí la voz original de Max y me decepcionó. Hoy me entero en el recorte del periódico que su voz era lo mejor del programa, toda irónica y cortante, y que él opinaba que por eso nunca le dieron otro personaje. Lo que se aprende 40 años después.

miércoles, septiembre 14, 2005

weekend marriage


Leticia se retiró del alcohol pero todavía fuma mota y me quiere y me invitó a compartir el depa que le prestaron junto al hotel Villa Vera en Acapulco el fin de semana, después de la plática que dio para unos congresistas, sobre relajación y conceptos de yoga elementales, que puedan absorber y practicar los más recalcitrantes ejecutivos. Me fui el viernes en autobús, para ahorrar, y evitar manejar en la lluvia y la flojera, y llegué justo a tiempo para irnos a cenar al Mezzanote, vacío como todo pero nos dieron un delicioso filete de pescado fresco en salsa de limón con espárragos, además de entradas de hongos con camarones al ajillo y un queso argentino planchado. Luego paramos en un Sky lounge bar que resultó bastante cursi, con camitas veladas y meseros torpes, pero la vista al aire libre de toda la bahía era maravillosa. Cansados, nos regresamos a dormir, por separado, pero al día siguiente caminamos muy juntos y de pareja, yo cargando su bolsa con orilla de plumas moradas de avestruz, y ella de tacones de brillantitos muy naquis playeros, a la playa del Elcano, de las más tranquilas y padres, y pasamos por el vestíbulo de ese hotel de refugiados españoles, de inocente look neo retro de espectacular resultado, para tirarnos en camastros en la arena y consumir todo tipo de ofertas playeras. Yo de inmediato las cervezas heladas, Leti los collares de concha cortada bastante bien hechos, ambos los Oakleys fakes pero cool, buenos y baratos para contrarrestar el sol, y masaje playero de dos chicas locales que pasaron su niñez meneando la panza en las mismas arenas y ahora nos impartían terapia de pareja, tropical y de doble sentido, pues Leti había inventado que nos estábamos divorciando. Para terminar y renovar bríos matrimoniales pedimos dos docenas de almejas recién traídas de Zihua por su pescador en su carro. De regreso en el condominio, pasamos la tarde en la alberca, solos, menos por el mozo, que me llevó a la azotea a contemplar el panorama y me hizo cosas secretas y deliciosas. Y el domingo igual -sin compras. ¡Qué servicio! Amo Acapulco. Pero no tomé fotos.

"Mi vida, ¡vaya que funcionan las almejas!"

martes, septiembre 06, 2005

egotistical fun


¿Cómo hablar de mis fiestas mientras la ciudad de la fiesta se ahoga en las aguas de la ira divina cristiana (¡por sodomitas!) o musulmana (¡por Iraq!), o de las autoridades inútiles que nunca reforzaron sus diques, con estudios de atroces resultados en mano y ejemplos de exitosas barreras mecánicas de Holanda y Londres en fotos a color? Quizá cuenta si quedé ahogado igual, pero con tequila, el jueves, hace ya tanto, como el huracán, feroz lengüetazo natural o destilado, el de agua y viento de consecuencias inconmensurables para los próximos meses y años, el de agua de fuego para las escasas neuronas aún vivas, aunque mis estragos (perdí mi celular, pero lo recuperé, me perdí en las cuadras de la Roma como en laberinto renacentista pero encontré mi casa y llegué a mi trabajo ebrio y pestilente pero no lo perdí) muy pronto se desvanecieron, no como en nueva Orleans, que se pudrirá bajo el sol y se perderá históricamente, como Lisboa en su terremoto, Londres en su incendio de 1666, Pompeya en las lavas de su Vesubio, y tantas más, que marcan para el futuro la vida pasada, y los recuentos o dibujos o fotos nos hablan de ello, como las mías de la fiesta de Carlos Somonte, amigui de la secundaria, luego de la inauguración de su exposición fotográfica en el salón de la imagen en la Ciudadela. Me divertí mucho, en su mundo de magia y reencuentros, y bajo el efecto del tequila penetré las historias de sus fotos, reconocí su fuerza y originalidad, y le di un lugar definitivo a su obra en mi concepción de lo que hace a un artista genuino. Le repetí que lo amo y brindamos. No me dio envidia su éxito, sino admiración y orgullo (pero soy más alto y tengo más pelo).

 

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