miércoles, diciembre 22, 2004

thoughts on christmas


Como la ilusión de la llegada del gordo ese vestido de rojo para ver qué juguetes me trajo ya quedó olvidada en siglos pasados, el verdadero significado de esta fecha de fin de año es la oportunidad de ponerse al corriente. Uno es tan poco precavido a lo largo del año, que invariablemente se acumulan deudas, y es hora de saldarlas. Deudas con la tarjeta, que se van disimulando con pagos incompletos pero que acarrean un interés maldito que me quita dinero para comprar lo que yo quiero. Deudas con los amigos y parientes cercanos, a quienes ignoro todo el año por andar en berrinches provocados por cualquier minucia, y a quienes debo mis ratos gratos, su compañía, su comprensión y sentido del humor para hacer más tolerable la existencia. Deudas con mis closets, que terminan plagados de cosas inútiles o en desuso. Deudas con mis anhelos insatisfechos. En fin, que para mí el tal gordo se ríe a carcajadas de mi falta de orden y me dice, anda, te doy otra oportunidad, pero suma todo, paga lo que debes -no cantar aquí- y empieza en ceros. Para echar a andar otra vez el conteo de deudas. Por eso es obligatorio retirarse la semana que va entre navidad y año nuevo, si no no se puede. Y en la oficina me dicen que ya me fui de vacaciones mil veces, ¿qué parte no entienden? Esto es trabajo. Besos y abrazos a todos (¡valen más que un regalo!)

 

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