martes, diciembre 14, 2004

the pleasure of smoking


No sé si es el frío, pero ahora el cigarrito me provoca náuseas y debilidad absoluta. Teclear es como levantar pesas, y los dedos los siento artríticos. El humo deja un sabor de lo más repugnante. ¿Qué manía puedo adoptar para pasar el rato? Ya me tragué como sesenta galletas de Oreo y me urge un cigarrito para quitar el sabor de chocolate con café, pero no quiero salir al pasillo helado. Bueno, fumaré. Total, me voy a Acapulco el jueves para desentumirme. Oh, ¡no! Mi compañero de fumadera me está platicando de un amigo suyo que nació con distrofia muscular y su proceso de deterioro se ha agilizado considerablemente en los últimos meses. Lo imita tomando jugo como esqueleto jalado por hilos de marioneta. Me siento igualito.

 

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