miércoles, enero 02, 2008

another oracle night


Y entonces estaba yo en casa de mi ma en Texas cuando la acompañé a subir el cerro más alto de la comarca (como dos metros y medio, nada que ver con la escalada profesional que me hizo llevar a cabo Hugo en Tepoz antes de navidad, donde acabé todo temblorino y sediento, así que al bajar nos fuimos a cenar rico a su lugar favorito de allí) y desde allá arribota descendimos directo a la librería nueva de la colonia, conectada por los placenteros caminitos que van curveando la ladera, y esperando a que encontrara ella sus intereses, yo me topé con este maravilloso libro de novela dentro de otra novela dentro de una tercera, y me la llevé y la leí de corridito para no perder el hilo y porque la prosa no permite dejarlo, de maravillosa y sonora y delicada y lista y filosófica light que es. La introspección sobre la magia de escribir que anticipa el futuro, la desfachatez de tramar una historia inconclusa y ver a los personajes perecer así nomás en el olvido habiendo existido tan plenamente, la habilidad de reconstruir toda una vida con unos cuantos brochazos de pie de página, y todos los demás aspectos que contiene el cuaderno azul (como el de Portugal que compra el personaje) son de una fuerza enorme y sencilla que ponen a Paul Auster muy por arriba en mi lista de autores contemporáneos a quienes odio porque envidio tanto y son tan capaces y yo no pero que en realidad amo mucho más por su talento y creatividad.

¡No lo abran!

 

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