martes, junio 19, 2007

those tiny things


Después de tanto admirar la fisiología femenina, se ha decidido estudiar los asuntos masculinos, en particular el semen. Resulta que los espermas son células wow, de diseño cool, empaque eficiente y compacto, y extrema especialización, sin maquinaria normal para producir proteína. Son las más diminutas del cuerpo (su cabeza mide 5 milésimas de milímetro), absurdamente chiquis frente a su homóloga femenina, el huevo, que es de las mayores (visible con el ojo); su ventaja la llevan en cantidad. Al parecer la mujer nace con todos los huevos que tendrá en su vida, un millón, y sólo 500 maduran y tienen oportunidad de ser fertilizados, pero cada testículo genera más de 4 millones de espermas por hora (con razón la urgencia de sacarlos), alrededor de 12 billones de espermas en la vida de un hombre. La eyaculación promedio, de una cucharada de fluido seminal (mezcla viscosa de azúcares –postrecín–, ácido cítrico e ingredientes diseñados para consentir e impulsar a los espermas y prepararlos para tiempos difíciles en el hostil ambiente del tracto reproductor femenino), contiene 150 millones de aspirantes a ser humano (todo un México), aunque sólo un esperma perfecto puede penetrar el huevo, y la mayoría son anormales, hasta con dos cabezas, sin cola, o ni se mueven. Con suerte, el 15% funciona (como en México). El esperma tarda hasta dos meses en formarse en el laberinto de tubos en los testes. La cabeza (con un gorrito de enzimas que abren paso en la selva de células que rodea al huevo) lleva 23 cromosomas, la mitad del complemento del ADN normal de las células, que se unirán con las 23 del huevo para formar a un ser. El tronco es la máquina que mueve la cola (que consta de 11 filamentos histéricos) y la cola mueve al esperma 0.2 cm por minuto (nada hipersónicos: es el equivalente humano a caminar 6 km por hora), que sólo empieza a moverse con las señales químicas del tracto femenino, primero derechito un par de días, hasta que huele los iones de calcio de un huevo salido del ovario y empieza a bailotear haciendo ochos a lo loco para abrirse paso. Los chidos espermas kamikaze explotan su gorro de enzimas para abrir un corredor y que otros espermas en mejor forma pasen intactos. Unas cuantas docenas llegan a la barrera final, la membrana de plasma del huevo, donde se agitan como en samba de carnaval para que solamente uno sea aceptado para fusionarse con el huevo y absorbido en su interior. En una fracción de segundo, un golpe de iones eléctrico altera la corteza del huevo para impedir la intrusión letal de otros espermas. Y tan tan, nueve meses después, a parir.

"ahora lo entiendo todo, hasta el merengue..."

 

Powered by Blogger