crazy weekend
Cumpleaños de Claudia la esposa de Carlos Somonte en su casa, con gente muy interesante y divertida, entre directores de cine, músicos, pintores y productores de moda. Me la pasé bebiendo y platicando, bajando cada rato a la terraza a comer tortitas de pollo con chile y aceitunas y cacahuates, bailando con Sara (hija de Alfredo Elías Calles, hijo mayor de la última familia que vivió en el Castillo de Chapultepec y hacía revens gruesos con sus cuates) y Arianne (que se quejaba de la dura vida bajo el dominio de su ma Pilar Pellicer) y la Paloma (nieta de Alvarez Bravo, con sus rayas de media de seda tatuadas para siempre y que ahora teje vestidos increíbles que se pelean las adictas a ese tipo de ropa), escuchando todo un rollo de la evolución del disco al CD y la correspondiente afectación de los sonidos naturales en su percepción digital, la necesidad de inventar como artista la imagen de los virus a nivel molecular en microscopios electrónicos, la incapacidad de cohabitar con un susodicho por el tedio y horror de lo cotidiano que destruye todo idilio romántico y por tanto preferir parejas que se confabulan para viajar y disfrutar y luego cada quien a su cueva, lo insoportable y falso de trabajar para Iñárritu en su persecución del triunfo comercial (lo defendí tantito, pues me gustó la peli) y por tanto preferir proyectos menos famosos pero más sinceros y con propuesta artística loable, hasta que me dio la una de la tarde del día siguiente, horror, huir a pleno sol con cara de trasnochado vampiresco a dormir un rato y luego cenar temprano en el Sanborns local, sopa de fideo, filete con champiñones y papas fritas, rollo típico con helado, para ver un rato de tele y luego salir a encontrarme con los amiguis en el Patio de mi casa y esperar con cerveza y cigarro en mano oyendo música súper buena salida de excelentes bocinas a que diera la hora para formarnos con millones de fanáticos para ir al Zócalo a desnudarnos en el frío. Ya todo se ha dicho, el nervio, lo rápido que pasamos de no atrevernos a quedar en cueros y participar, lo maravilloso de ver una planicie gigante de cuerpos, tirados boca arriba mirando pasar una parvada matutina feliz que nos miraba, caminar como banda desaforada por 20 de noviembre y luego la monotonía de vestirse y volver a la vida normal, a dormir tantito antes de pasar por Terry para comer con hambre voraz las delicias del Shu (bloody mary picante para relajarse, tempura de camarón y verduras, pescado en salsa de chiles, rib eye en rollo, arroz frito con todo, copas de vino seco blanco y luego el exprés y el tempura de helado) y admirar el reencuentro luego de tantos años y tantos pleitos de Jacobo y López Doriga antes de encontrarnos en el bar del Marriott con Gogó la prima de Terry, beber unos cuantos vodkas y pasarnos a la mesa de Silvia, ahora Alejandra Hasfura y su galán del momento, para finalizar luego de las despedidas en una pasadita por el Tom’s nomás por no dejar de ver cuerpos bien hechos esta vez, porque muchos de los de la plaza ¡eran horribles! Cuánta deformidá se encuentra uno en esos encuentros, manchas, cicatrices, pelos selváticos, lonjas masivas, raquíticas proporciones, tonos de sombra de siglos, patas apestosas por doquier, pero eso sí,uno que otro salido del gym todo perfecto y presumido, pitos de todos colores y tamaños, tetas y nalgas de ciencia ficción, pero el resultado muy impresionante y de hecho histórico. Qué bueno que fui, que bueno que bebí y qué bueno que mi bronceado estaba perfecto.
"they're just soft pebbles, aztec stones!"
"they're just soft pebbles, aztec stones!"