martes, mayo 03, 2005

Paris Trump


A sus 24 años, Paris Hilton reflexiona que le hizo muy bien ir a todas esas fiestas donde cantó y bebió y bailó, pues ya se sacó el ansia rumbera del sistema y está lista para convertirse en mujer de negocios. No significa que deje de ir a eventos públicos, sólo que ahora cobra, un poco caro, pero se presenta 20 minutos mínimo si le pagan 150,000 dólares –más si la fiesta es en Japón. Aparte de esas propinas, Paris quiere construir su propio imperio, a la Donald Trump, pues no quiere ser hija de hoteleros toda su vida. Está abriendo brecha en el cine con su nueva película de horror, Casa de Cera -aunque se le conoce mucho mejor por la cinta porno que inundó el mundo este año como Una noche en Paris y que no la hundió sino que la hizo más célebre aún. Firmó con nueva agencia publicitaria para comercializar su perfume –por el cual la tuve así de cerca y casi me pega el éxito, o los cangrejitos, según chidoguan- y la nueva loción para hombre, que es tan hot que las mujeres querrán de inmediato a quien la use (ella es muy convincente). Su reality show, La vida Sencilla, está por entrar en su cuarto año, con nueva co-estrella, Kimberly Stewart, después del pleito con la Nicole Richie, y en Hawai, pues ya se cansó de usar mucha ropa y prefiere los bikinis. Abrió el Club Paris en Orlando, y el año próximo abre en Miami y luego en Las Vegas. A su compañero de ese negocio le dicen que los 15 minutos de fama de Paris están por extinguirse, pero él ve que se consigue otros 15. Su joyería, vendida en amazon, sigue viento en popa, y ya viene su línea de bolsas de mano, ropa (that’s hot!), un álbum (dice que es una mezcla de Blondie con Gwen Stefan, y el productor dice que no sabe cantar pero como es sexy, venderá millones), una bebida energética (that’s cold!) y una cadena de hotelillos pillos, el Hotel Paris, que será pink and hot! El mundo la está tomando en serio como la principal representante de la nueva generación empresarial y descubre que tiene cerebro detrás de su sonrisa boba. “Si me hago la tonta, la gente se confía y habla de más” dice bobamente, y luego se mete a Prada y sale con zapatos nuevos de mil dólares, regalados por la tienda, porque los ha convencido de que sus fotos con ellos venderán miles. También está en el mundo editorial. Su libro Confesiones de una heredera ya vendió cien mil copias, y cada vez que le pasa algo, como cuando perdió su perrito, las fans compran más. Hasta habla de invertir en patentes bioquímicas para curar el cáncer (órales). Su principal regla, consejo paterno: Nunca aceptes, siempre puedes conseguir mucho más. Ok. ¿Es ególatra? No, si ahora comparte sus días con Paris Latsis, heredero de barcos griegos, y habla de gran boda de princesa con él. Paris y Paris. Y colorín colorado, este cuento de fantasía es real y no se ha acabado.

 

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