viernes, octubre 01, 2004

drinks with maria

Pues otra vez nada, que me cité con María en el T gallery para tomar alcoholes y comentar el asunto, cuando se llenó el lugar y nos enteramos que estaban celebrando su aniversario, con free drinks! Por tanto competimos por la atención de los pibes argentinos que sirven con sonrisas muy particulares, nos bebimos todo lo que pudimos y escapamos a la una, a las dos y a las tres. Ella, terapeuta moderna (el paciente de esa tarde se había quejado con lagrimitas del affair que había tenido su chava y María le dijo "tonteras, no puedes tirar a la basura los años que llevan juntos por un acostón insignificante" y me encantó ese approach) vestida en su muy particular y exótico estilo, que me fascina, con su nuevo collar de perlas cuadradas aplastadas tailandesas -los imagino golpeando a las malditas ostras- y su falda chanelesca, me contó del nuevo museo del ferrocarril en Puebla, un espacio fascinante para exhibiciones de arte moderno, similar al atrio del museo de arte moderno en Washington, que por cierto acaba de inaugurar una retrospectiva del arte minimalista industrializado de Dan Flavin, sesentero, de luces de neón repetidas al extremo (se ven desde el avión) y que quiero ver. Sus obras son misteriosas por la luz, aunque él odiaba eso y decía "es lo que es y no es nada más", jeje, y como dijo el crítico, en cuanto le das clic al switch desaparece el arte. Hablamos de la tomadota de pelo del gen gay y el retorno a la postura de elecciones adquiridas culturalmente, de los novios más locos y provocativos que tuvo ella en su jeunesse (con detalles previamente desconocidos por mí de intimidades cachondas) y de cómo hacerle para expresar en el vestir lo que somos, mayores de edad pero jóvenes de actitud. Odiamos parecer "grandes" y tememos el ridículo de disfrazarnos de adolescentes. María, María, la coqueta tremenda provocadora de tantos. Nos fuimos cuando un tipo quiso probar sus encantos y fue aplastado como cucaracha.

 

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