martes, septiembre 28, 2004

ladders and teeth

Bubble bubble, toil and trouble! Caminé a toda prisa con hambre desesperada por tanto trabajar (comentar en los blogs del círculo vicioso) y tomé una osada decisión: pasar por debajo de la escalera del pintor que daba toques finales a su obra maestra, la orilla del techo del Vips. Me dije soy moderno, llevo celular V300, no creo en esas anticuadas estupideces supersticiosas. Y no me pasó nada, crucé la calle como acostumbro, sin detenerme, y fueron los coches los que frenaron, llegué al lugar de las tortas y me senté triunfal, por haber conquistado el futuro. Claro, a la primera mordida de mi torta de milanesa con queso Oaxaca, sentí un huesito de vaca pero no, era mi propia muela, partida en dos. Maldita escalera, si la milanesa estaba fresquita, no era para tanto. Bueno, quedar de silver shadow en el radiador de un dodge 74 hubiera sido de peor gusto. De regreso, sigilosamente hice como que había un charco y le di la vuelta a la odiosa escalera. ¿Y monsieur le dentiste? En el golf porque habrá campeonato. ¡Por Bafomet!

 

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