jueves, septiembre 25, 2008

that bacon

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Ahora resulta que la agresiva y totalmente extraña y misteriosa pintura de Francis se saltó una generación de quejumbrosos o dudosos y la nueva juventud acepta su obra con una mano en el ipod y la otra en los colores eléctricos provenientes de la pantalla de internet, sin reparar en nada raro y riendo con el discurso escondido, abarrotando el Tate en la nueva exposición de este gran personaje, que descubrimos mi amiga Marisa y yo una tarde en el café de la tienda esa super elegante en Bond street donde comíamos el mejor welsh rarebit ever y reíamos. Marisa, más fanática que yo, salió corriendo y volvió con palpitaciones extremas y su libro de una novela nada que ver todo garabateado. Lindos tiempos.

 

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