that silly violin
El artista estaba tan agradecido de que el taxista le devolviera su Stradivarious de 4 millones de dolarucos olvidado en el asiento trasero regresando del aeropuerto, que le dio 100 dolares (o sea, aquí es donde se nota lo codo, más que yo) y organizó un miniconcierto en la terminal de taxis de Newark para todos los taxistas nobles de corazón que aún existen en esta civilización rapaz y odiosa. Los taxistas bailaron y lloraron y aplaudieron, pero en los letreritos de borrego encima de sus cabecitas seguro decía "uts, con 4 milloncetes gozaríamos en playas brasileiras con samba loca y no con estos rechinidos que se los lleva el viento y a mí qué".