miércoles, octubre 13, 2004

foot of the hill


No, no es el fool on the hill, fui a parar a Pie de la Cuesta huyendo del terrorismo internacional provocado por Sardine, y temiendo represalias contra moi, desde que ella misma me nombró su pastor -título que acepto con gran orgullo haciendo mil reverencias. Y en el ambiente playero, cerca del mar, a unos pasos del hogar de la Sardina, fui feliz. Ahora entiendo a Chia, abandonada por sus crueles padres en una pobre islita de Malasia, donde vive sudando y pegajosa, con su recién encontrada obsesión, después de pensarse atacada y descubrirse elegida, por adorar a la reina sardina, conocedora del mundo acuático y aéreo (Astrompeta revela sus raíces pájaras), cuyas palabras obnubilan el pasado y abren las puertas a un estado brillante, lleno de cálido humor, compañerismo, risa franca, meada incontenible y amplios horizontes. Para un isleño, la veloz y plateada silueta de la pequeña sardina que recorre los azules mares y cruza una ola es la visión repentina de la idea original, la chispa de la inspiración. La misma que tuve yo mirando la puesta de sol sentado en la terraza del hotelito de franceses en la playa mexicana bebiendo un café irlandés platicando con un amigo español novio de mi amiga brasileña. Pero sólo Chia sabe que ha ganado por tanto rezar por un mundo mejor. Sus llamados amigos odian la situación por envidiosos y mezquinos. Culture, culture, toil and trouble, que los isleños despierten de su insular bobería!

 

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