miércoles, julio 26, 2006

Brand new: Tacos!


Ay, tan lindos los gringos. Hoy publica el New York Times el secreto para hacer tacos: la tortilla de maíz (y de paso nos informa que en realidad se trata de un sandwich). Sus instrucciones: “tomar una tortilla, ponerle algo y comer”. Y sigue por un camino de revelaciones magistrales: “si se enrolla, se llama burrito; si plana se le pone comida encima, es enchilada; si se fríe y usa como pala, es tostada; si se corta en pedazos y hornea, es un chip”. Pero advierte que para los aficionados la ricura está en los ingredientes del relleno, que deben ser de la más alta calidad y lo más fresco posible, y que sin mucho esfuerzo, aunque usted no lo crea, se puede crear un taco admirable en casa. Para ellos, el guajolote es lo más tradicional. El favorito del autor es el taco al pastor, invento de los inmigrantes libaneses del siglo 19 (¿será?), con carnita de puerco asada al carbón, rasurada, con salsa y piña asada, pero dice que es difícil de hacer en casa. Más bien, el taco debe llevar varios componentes: algo crujiente, como lechuga o cebolla o rábano crudos; algo de proteína, como pollo deshebrado; algo de ‘humedad’, como crema o guacamole, y quizá queso. Mucha gente les agrega salsa, también para obtener ‘brillo’. Para hacer muchos tacos, es mejor comenzar con cerdo horneado lentamente, que por su alto contenido de grasa se hace su propio jugo. Se le llama carnitas. Si no, hay que usar muslos de pollo, o carne asada, que según este magnífico chef puede ser casi cualquier cosa (perro, dedo del taquero). Así que a preparar tacos. Pero estoy en la oficina y ya me dio hambre y no hay guajolotes corriendo por los pasillos. Ni brillo, a menos que use el aceite para muebles.

"its'just like sushi, but hot, with corn, not rice!"

jueves, julio 20, 2006

Si muero lejos de ti


Ahora los muertos se independizan de las tradiciones funerarias. El loco que hizo instalar su camión repartidor de helados de toda la vida cerca de su tumba, para que los llorones en la ceremonia pudieran aliviar el calor y la tristeza, ha demostrado que todo es posible a la hora de morir, y para celebrar el acontecimiento. Los hijos de un fanático de golf razonaron que si su papá nunca estaba en misa los domingos, sino en su campo de golf favorito, ¿por qué no hacer allí la ceremonia luctuosa? Y además proveer palos y bolas a los invitados. Eso me recuerda la ceremonia a la que asistí de una señora sueca que amaba los caballos, tanto, que incluso su casa fue diseñada a la escala de caballo y no de humano, excepto los baños (resultado: espacios maravillosos, dignos de grandes reventones, que hicimos, y muchos). A la hora de morir, su caballo favorito, blanco y enorme, desfiló primero con la silla de su ama puesta y luego corrió libre y sin silla por las praderas, al compás de una ópera wagneriana y fuegos artificiales. Imponente. Al menos la tendencia lógica de hoy es quemar los cuerpos. ¿Para qué ocupar espacio terrenal y podrirse poco a poco? Cero nice. Pero convertirse en cenizas también puede ser problemático. Me platicaron de un tipo que siempre viajaba con retrasos y aun su urna de cenizas, que debía llegar a Acapulco para la ceremonia de esparcimiento en su bahía favorita, terminó en otro país en la maleta desviada. Espero me falte mucho, pero con esto me pregunto si yo querría un espectáculo ruidoso o un tímido partir. O sea, qué pena terminar en una capilla del ISSSTE con flores rancias, pero, ¿rentar lancha y equipo de buceo para que bajen a depositar mi urna en una cueva de Cozumel? No, ya lo hizo Ramón Bravo. ¿Convocar a lecturas de posts en la fonda donde como diario? Boring. ¿Pasar pastillitas azules a los invitados vestidos sólo con una toalla en el vapor? Sweaty. ¿Meter mis cenizas en una botella de Absolut para siempre estar servido? Cool.

"higo and I had such good times!"

martes, julio 11, 2006

burning to translate


Se acaba de publicar mi primera traducción literaria y el viernes fui por mi copia gratis. Abrí el libro y encontré mi nombre, chico, del lado izquierdo, junto a datos de impresión y propiedad. Como yo ilusamente quería verme en subtítulo de buen tamaño, bajo el nombre del libro y el del autor, no me emocioné mucho, nomás tantito. Y pensé que sería mejor ver mi nombre en letras grandes en la portada, cuando publique mi primera obra. Pasarán más de mil años... El caso es que los cuentos del joven autor norteamericano que traduje son muy buenos; tratan de presos traficantes de drogas y sus rabietas dentro y fuera de la cárcel, de adictos experimentando con cosas recientes como la metafentamina y su conducta resultante, así como alcohólicos que ven elefantes no tan rosas, y en general de miembros de la llamada white trash, con toda su soledad en un inmenso mundo ajeno. Disfruté el trabajo de traducción pero lo sufrí palabra por palabra. Es de terror darse cuenta de que se desconoce no sólo el idioma del que se está traduciendo, sino la mismísima lengua materna a la que se traduce, cuando se analiza con lupa de tal potencia cada frase y cada palabra y cada sentido. Quise darme cabezazos por todas las veces que no busqué en el diccionario el significado correcto de una palabra y sólo supuse que se trataba de tal o cual cosa, y ahora debía buscar todas a la vez. En fin, se van acumulando experiencias que espero me abran más puertas, como ahora, que estoy traduciendo Playa del Karma, de Alfredo Elías Calles, pero al revés, al inglés. A ver qué tal. Trata de un adicto al crack que asesina a su mujer en un momento de explosión emocional en el paraíso del caribe mexicano. Se lo platiqué a Antoine, mi amigo inglés con quien compartí el depto en Vallarta, pues él andaba de novio de un chavo adicto al crack cuyos enojos me ponían bastante fúrico (los míos al menos le ganaban todavía), para que se cuidara y lo dejara, pero en vez de lograr eso utilicé en mi traducción su recién adquirido conocimiento sobre cómo se derrite la coca con bicarbonato de sodio para hacer la gomita que se fuma, y me explicó lo intenso que se vuelve el deseo sexoso bajo su influencia. ¿Habría que probar? ¡Miedo!

"Oh so sexy, but dead!"

miércoles, julio 05, 2006

Oh yes, a goal; two!


Después de tres semanas de ausencia, no podía sentarme con los demás de la oficina a ver el partido entre Alemania e Italia, además de que me aburre pavorosamente el fut y no puedo concentrarme un minuto entero para seguir el balón, así que continué muy disciplinado tecleando mis deberes, pero en cuanto llegué a casa y encendí la tele para ver si ya había señal (los exigentes cableros la habían cancelado por mi retrasito en pagar), descubrí el verde brillante de la cancha de Dortmund en la primera repetición del partido y no pude resistir la tentación: dejé el canal puesto, pero tal cual, me dormí todo el primer tiempo. Recobré el sentido, quité el vociferado monótono e insufrible de los comentaristas y pude más o menos seguir el juego, aún aburrido, dándome cuenta de que lo odio porque se trata de una frustración tras otra, pero me fui interesando en los diferentes jugadores guapos, en espera del famoso y tremendo final. Fue en verdad espectacular ese primer gol curveado que apenas evitó ser atrapado por el portero alemán y cambió todas las expectativas, para ser reforzada la victoria con un sorprendente segundo gol de un jugador ágil y que iba completamente solo. Qué rica sensación, correr con el balón, colocarlo sin obstáculos y patear con fuerza, limpio, y atinar. Como la única vez que yo metí un gol, en tercero de primaria, después de que la bola llegó a mí de lejos, no había nadie, y mi patita se puso así y le di y metí gol y nadie lo creía y menos yo y fui feliz. Un gol, un batazo, un tiro perfecto de golf, un lanzamiento de basket que cae derechito; lograr que la pelota haga en el juego lo que debe, en el momento en que todo se reúne para lograrlo, se siente como magia, magia que sostiene un evento de millones, en costo y fans. Se vale.

"¡Bien chicos, y de aquí al mundial!"

 

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